miércoles, 26 de octubre de 2016

DE DIFUNTOS Y CALABAZAS

El gran éxito de los anglosajones y de los enemigos de nuestra cultura, además de habernos tragado sin rechistar sus calumnias y de servirles de voceros bobos, es que les damos pábulo y festejamos sus tradiciones cómo si nuestras de toda la vida fueran, mientras renegamos y condenamos al olvido nuestra cultura y nuestras verdaderas tradiciones. Para que me entendáis, #HalloweenStinks.

Podría quedarse en una mera moda consumista, pero es que desde el propio sistema educativo y la televisión pública, que deberían ser garantes de nuestra cultura, se adoctrina a nuestros hijos desde muy pequeños sobre la senda que deben seguir, para que ninguno se salga del redil de ignorancia y consumismo borreguil.

    La estantigua.

En unos años celebraremos Acción de gracias con entusiasmo y cómo si de una antigua y autóctona tradición se tratase, nos avergonzaremos de celebrar la tradición de los Reyes magos, y la tildaremos de antigua y carca. Tiempo al tiempo.

Por cierto, en nuestra tierra ya se celebraban estas fechas con calabazas iluminadas, aunque se hacía de una forma más contenida, más acorde con el sentido de recogimiento y recuerdo a nuestros seres queridos ausentes, propia de la fiesta de difuntos.
Pero claro, se desterró y, excepto en algunas localidades y de forma minoritaria, se dejó de celebrar cómo tantas y tantas de nuestras tradiciones.
Es necesario que venga desde fuera, aunque en esencia se trate de la misma tradición desvirtuada, para que la acojamos con entusiasmo.
Más información en este estupendo artículo de la no menos estupenda página Descubre Castilla.
http://descubrecastilla.blogspot.com.es/2012/10/halloween-en-castilla-nuestra-verdadera.html?m=1



sábado, 10 de septiembre de 2016

La cultura del olvido.

Me parece estupendo que la inmensa mayoría sea experto y practicante de culturas y tradiciones foráneas, todo saber es positivo y no ocupa lugar. Lo que no me parece nada bien es la absoluta ignorancia, y en muchas ocasiones el desprecio, que existe sobre la cultura, tradiciones e historia de la tierra que uno pisa, en la que se nació. Esos expertos en cultura extranjera poco saben de su país, más que se llama España, y de su historia los cuatro datos sobre la Guerra civil repetidos hasta la saciedad de manera partidista. De Castilla aún se sabe menos, a la mayoría le suena a pasado, pueblo y rancio. En absoluto es pasado y mucho menos rancio, pero me encanta que se asocie con pueblo, por más que de nuevo se haga de manera despectiva y peyorativa. El pueblo es nuestra esencia, nuestras raíces y dónde realmente estamos en conexión con los nuestros y con el mundo que nos completa, con su flora y fauna, no ese mundo artificial y estresante, de humo, asfalto, gritos y carreras con el que nos castigamos día a día.
Esa moda de vivir de espaldas a lo que somos, de despreciar la cultura, tradiciones propias, el legado de nuestros mayores y antepasados, me produce una profunda rabia, pena y desazón. Y no es algo que nazca de un pensamiento reflexivo sino de un sentimiento profundamente visceral, pues lo siento cómo una claudicación hacía las imposiciones consumistas, elevar a la categoría de digno lo que sólo es banal y transitorio, y significa una traición y desprecio por los que nos precedieron, dejaron en esta tierra su sudor y su sangre para que nosotros podamos estar hoy aquí. Nuestros mayores, nuestros antepasados, borrar de un plumazo su legado, su lucha, su historia, cómo si nunca hubieran existido y nosotros no fuéramos parte y consecuencia de que ellos estuvieron aquí antes que nosotros. Considero un deber moral defender su memoria y su legado.


https://www.facebook.com/El-flamenco-NO-representa-a-España-121318274706107/?fref=ts

Por otro lado están los que se creen expertos en la cultura de su tierra, que la asocian con el sol, los toros y el flamenco, legado muy efectivo, a tenor de los excelentes resultados, de la imagen que el ministro de turismo del régimen Manuel Fraga quería vender de España en el extranjero, y que los españoles tan bien hemos asimilado y difundido.
Parece ser que en este país no existe más cultura e identidad que la andaluza, y que el resto de regiones, por históricas que sean, no tienen cultura ni identidad propia, y mucho menos trajes típicos y folclore tradicional. Por poner uno de los ejemplos más sangrantes, es muy habitual ver en cualquier romería castellana, el típico sombrero cordobés y hasta el traje de faralaes sevillano.
Unos y otros miran hacia otro lado, colaboran a que la cultura autóctona muera perdida en la memoria de los pocos mayores que aún atesoran ese gran tesoro, mientras ejecutan perfectamente el papel asignado, su papel de ciudadano conveniente, consumidor de modas, tópicos y cultura ajena, fácilmente influenciable. Cambiando modas y tendencias se altera la percepción social, la opinión pública e incluso el voto.
Un pueblo con identidad, conocedor y orgulloso de su historia y tradiciones, es un pueblo fuerte, culto y difícil de engatusar con caramelos consumistas. Eso, por supuesto, no interesa.

Ojalá llegue al fin el día en que los españoles, y sobre todo los castellanos, se liberen de complejos, del letargo identitario autoinducido, se arranquen los pines y los postizos de modas y tendencias artificiales, y busquen su verdadera esencia, su verdadero yo.

Ojalá llegue al fin un día en que los españoles, y sobre todo los castellanos, puedan acceder, conocer y aprender su cultura y sus tradiciones, jota, dulzaina, seguidillas..., de manera tan sencilla cómo lo pueden hacer con las foráneas y las impuestas moderneces, zumba, gimka, capoeira, salsa...

Ojalá llegue el día que nuestros hijos puedan conocer y sentirse orgullosos de su identidad cultural , de la gran historia que atesora la tierra de sus abuelos, una de las más grandes de la historia. No los convirtamos en individuos clonicos, vacíos, sin herencia cultural ni identidad, meras copias en serie de ajenas modas que otros nos imponen, y todo por los estúpidos complejos, la desidia y la comodidad de sus padres. No les privemos de recibir el gran tesoro cultural del que son merecedores, no nos convirtamos en los responsables de que, una herencia tan extraordinaria, cuidada, valorada y transmitida durante siglos, y generación tras generación, se pierda en el olvido.

"Sólo se protege lo que se valora, sólo se valora lo que se conoce." Asociación Socio-Cultural Castilla.