domingo, 23 de abril de 2017

SALIR DEL ARMARIO



Cualquiera que me conozca mínimamente sabe que cuando visito ciudades o villas castellanas con glorioso pasado me siento como en casa, como si allí y no a otro lugar perteneciera. 
Paseando por sus calles, admirando su magistrales construcciones, se respira grandeza, la grandeza de un glorioso tiempo de orgullo. 
Pero esa grandeza no la poseían las piedras con las que se levantaron esas calles, esos castillos y catedrales. La grandeza se la insuflaron los hombres y mujeres castellanos que las levantaron,  orgullosos de serlo y de demostrarlo, orgullosos de lo conseguido con sangre, sudor y muchas, muchas lágrimas, a golpe de espada y azada, desde la humildad y la austeridad, como manda la tradición castellana. "Nadie es más que nadie en Castilla". 

Para ser grandes no es necesario levantar construcciones monumentales, si no recuperar, y lo que es más importante demostrar y proclamar, el orgullo por nuestra identidad, nuestra historia y tradiciones. Dejarnos de estúpidos complejos que arrastramos desde los últimos años del franquismo y posterior transición, de una Castilla atrasada y paleta, que no sólo nos tragamos a pies juntillas, si no que ayudamos a difundir. 
Dejar de gimotear por lo mal que estamos, que lo estamos, y mucho, mientras que demostramos nulo interés por nuestros problemas y por nuestra propia identidad, y nos indignamos por los problemas ajenos y por sus exigencias identitarias . 

No seamos mojigatos, demostrarnos fuertes y orgullosos, es la única forma de dejar de ser los pagafantas del resto,  contar algo en el concierto nacional y volver a tener voz y voto. Recuperar nuestra condición vertebradora no sólo redudandara en beneficios para nuestra tierra, si no para el conjunto de España, una España totalmente asimétrica, dónde los periféricos marcan el libro de ruta y los demás pagamos la fiesta. 

El 23 de abril, a falta de otro mejor, Día de Castilla, es el idóneo para ser el primero de muchos en los que demostrar y demostrarnos nuestro amor, respeto y orgullo por nuestra tierra, por sus tradiciones, por su historia, por su identidad. 

Hoy y el resto del año, gritemos bien alto y sin complejos,

¡ VIVA CASTILLA !