UE - Vale, pero tienes que hacer una serie de "ajustes" 😈 para adaptarte al resto de socios comunitarios. Tienes que realizar una reconversión industrial, agrícola y ganadera. Cerrar empresas siderúrgicas, astilleros, y reducir el número de cabezas de ganado y tierras de cosecha. Nosotros te ayudaremos con unas subvenciones.
España - Pero si acabamos con nuestros sectores primarios es muy probable que tengamos una fuerte resección económica, que nuestro entorno rural, y vamos a provocar otro éxodo masivo del campo a la ciudad.
UE - Que va, en todo caso, si eso llegase a pasar 😈, nosotros te haríamos préstamos a bajo interés, y a pagar en cómodos plazos 🤭. En cuanto al posible éxodo a la ciudad, nosotros nos encargaremos de favorecer la inmigración (aunque se trate de la ilegal gestionada por mafias) para llenar tus pueblos y campos. Eso sí, mientras recibáis nuestras "ayudas" tendréis que hacer TODO lo que os digamos, y nuestras leyes estarán por encima de las vuestras. 😊
España - ¿Y esos inmigrantes querrán ir a los pueblos, dónde hay escasas oportunidades, y no a las ciudades?
UE - ¡PUES CLARO! Ya verás como sí. 🤭 ¿Qué, hay trato?
España - Por supuesto, si nos dais tanto dinero.... 🤓
El hombre creó al perro seleccionando los especímenes más mansos y dóciles del lobo, favoreciendo su cría en detrimento de los más difíciles o imposibles de domesticar. El mismo método se utiliza desde hace décadas con la población y las agrupaciones políticas. Desde los medios de comunicación masivos, controlados por grandes grupos económicos, se fomenta, se alienta y promueve a los convenientes, a los manejables, los del discurso artificial y populista, y se estigmatiza, se difama y se excluye a los que quedan fuera del control, los nada convenientes, los que hacen pensar a una masa cada vez menos capaz de hacerlo, para que no tengan posibilidades electorales, de llegar a la opinión pública, o influir en el orden de las cosas. Aún así existe la posibilidad de elegir, quedarnos con la información sesgada y tendenciosa de unos y otros, o cuestionarnos las cosas, huir de los relatos populistas y extrañamente familiares, y buscar la información más cercana posible a la objetividad, huyendo de textos que presenten todo en un negro o un blanco absoluto. Hay que asumir, si se toma esta última opción, que nos convertiremos en parte de una minoría multicolor dentro de una sociedad incapaz de distinguir color más allá del propio, del rojo o el azul, de la izquierda o la derecha, de pobres o ricos, de proletario o empresario, del conmigo o contra mí. Seremos esa pieza que no encaja en el puzzle, una minoría desechada por rara, como perseguidos son los lobos por los perros y quienes manejan sus correas, pero... ¿ es preferible ser perro para vivir relativamente tranquilo y tener asegurado el mendrugo de pan ?
No me gusta hablar mucho sobre Cataluña y sus intenciones independentistas, pues creo y siempre he dicho que los castellanos deberíamos preocuparnos más por nuestra agonizante Castilla y menos por lo que le pasa a los vecinos ricos. Pero uno escucha y lee continuas barbaridades, salidas de tono, desplantes, faltas de respeto, discursos totalitarios y excluyentes, e incluso, insultos y amenazas, y al final uno no puede por más que pronunciarse. A mis amigos catalanes independentistas os digo: La democracia a la que tanto aludis es la de todos los catalanes y la de todos los españoles, no la de una parte, y esa democracia tiene sus leyes y sus herramientas para hacer que se cumpla. Cuándo un cargo público no cumple esas leyes, se le llama al orden. Cuándo se persiste en el incumplimiento se sanciona, y en caso necesario se detiene en rebeldía. Eso no va contra la democracia, eso es la democracia. Os escucho a menudo hablar sobre el respeto al pueblo catalán y sus decisiones, a sus representantes y a sus leyes, y que el gobierno de España se niega a negociar, pero vosotros no tenéis ningún respeto por las leyes de España, por sus representantes, a los que llamáis continuamente gobierno totalitario, y por sus leyes, y os mostráis en estado continuo estado de rebeldía . Negociar, llevamos desde la transición negociando y nunca estáis conformes ni os saciais, siempre queréis más, y más, y más... cuándo Cataluña y País Vasco son con diferencia las regiones con mayores y mejores condiciones fiscales, y más competencias transferidas de toda la Unión Europea.
Estáis consiguiendo que cuatro bobos del resto de España os sigan y os hagan coro, esos que ayer salieron a las plazas, pero otros muchos, que no se muestran ni hacen tanto ruido pero que votan igual que los otros, están deseando que os vayáis cuanto antes, os lo puedo asegurar. Pero, en caso de que os vayáis, no vengáis pidiendo acuerdos ni dobles ciudadanías porque esos no os van, no os vamos, a querer ver ni en pintura. Bastantes siglos hemos tenido ya de chantajes y deslealtad. De poco os va a valer ese discurso de "no es contra el pueblo de España, es contra su gobierno" porque no cuela. Esos que no salimos a las plazas pero que somos mayoría silenciosa no pasamos porque queráis eludir las responsabilidades y las obligaciones de pertenecer a España pero os queráis quedar con las ventajas. Si os vais, os vais, asumir vuestra decisión y sus consecuencias, y si os mostráis en rebeldía, asumir vuestra decisión y sus consecuencias, no apeleis a las leyes y la democracia que os estáis saltando a la torera continuamente. Ese gobierno al que llamáis totalitario, que no me gusta, por el que no me siento representado, al que no he votado, pero que es el legítimo por haber sido el más votado, y al que se le debe un respeto porque es el de todos los españoles, ha tenido demasiada paciencia con vuestras provocaciones y rebeldía. Excesiva diríamos muchos.
Catalanes y castellanos somos hermanos, en ocasiones con diferencias y mal avenidos, pero hermanos, hijos de la misma tierra.
Cuándo se golpea a los catalanes con un ataque tan cobarde, miserable y despreciable, nos golpean a todos, y los castellanos estaremos los primeros para acompañaros en la lucha y en el dolor.
Debemos actuar con contundencia y no quedarnos en concentraciones y minutos de silencio, o podemos hacernos a la idea de que contaremos los días para volver a llorar a más hermanos.
Quiera dios, los astros, o el destino, que la próxima no nos toque en primera persona, y tengamos que maldecirnos por no haber tomado medidas contundentes, restrictivas y efectivas, y de no haber abandonado a tiempo el ensimismamiento de lo políticamente correcto.
Descansen en paz estás nuevas víctimas de nuestra tibieza y mal entendida moderación, que no es sino actitud pusilánime.
Cualquiera que me conozca mínimamente sabe que cuando visito ciudades o villas castellanas con glorioso pasado me siento como en casa, como si allí y no a otro lugar perteneciera.
Paseando por sus calles, admirando su magistrales construcciones, se respira grandeza, la grandeza de un glorioso tiempo de orgullo.
Pero esa grandeza no la poseían las piedras con las que se levantaron esas calles, esos castillos y catedrales. La grandeza se la insuflaron los hombres y mujeres castellanos que las levantaron, orgullosos de serlo y de demostrarlo, orgullosos de lo conseguido con sangre, sudor y muchas, muchas lágrimas, a golpe de espada y azada, desde la humildad y la austeridad, como manda la tradición castellana. "Nadie es más que nadie en Castilla".
Para ser grandes no es necesario levantar construcciones monumentales, si no recuperar, y lo que es más importante demostrar y proclamar, el orgullo por nuestra identidad, nuestra historia y tradiciones. Dejarnos de estúpidos complejos que arrastramos desde los últimos años del franquismo y posterior transición, de una Castilla atrasada y paleta, que no sólo nos tragamos a pies juntillas, si no que ayudamos a difundir.
Dejar de gimotear por lo mal que estamos, que lo estamos, y mucho, mientras que demostramos nulo interés por nuestros problemas y por nuestra propia identidad, y nos indignamos por los problemas ajenos y por sus exigencias identitarias .
No seamos mojigatos, demostrarnos fuertes y orgullosos, es la única forma de dejar de ser los pagafantas del resto, contar algo en el concierto nacional y volver a tener voz y voto. Recuperar nuestra condición vertebradora no sólo redudandara en beneficios para nuestra tierra, si no para el conjunto de España, una España totalmente asimétrica, dónde los periféricos marcan el libro de ruta y los demás pagamos la fiesta.
El 23 de abril, a falta de otro mejor, Día de Castilla, es el idóneo para ser el primero de muchos en los que demostrar y demostrarnos nuestro amor, respeto y orgullo por nuestra tierra, por sus tradiciones, por su historia, por su identidad.
Hoy y el resto del año, gritemos bien alto y sin complejos,
El gran éxito de los anglosajones y de los enemigos de nuestra cultura, además de habernos tragado sin rechistar sus calumnias y de servirles de voceros bobos, es que les damos pábulo y festejamos sus tradiciones cómo si nuestras de toda la vida fueran, mientras renegamos y condenamos al olvido nuestra cultura y nuestras verdaderas tradiciones. Para que me entendáis, #HalloweenStinks.
Podría quedarse en una mera moda consumista, pero es que desde el propio sistema educativo y la televisión pública, que deberían ser garantes de nuestra cultura, se adoctrina a nuestros hijos desde muy pequeños sobre la senda que deben seguir, para que ninguno se salga del redil de ignorancia y consumismo borreguil.
La estantigua.
En unos años celebraremos Acción de gracias con entusiasmo y cómo si de una antigua y autóctona tradición se tratase, nos avergonzaremos de celebrar la tradición de los Reyes magos, y la tildaremos de antigua y carca. Tiempo al tiempo.
Por cierto, en nuestra tierra ya se celebraban estas fechas con calabazas iluminadas, aunque se hacía de una forma más contenida, más acorde con el sentido de recogimiento y recuerdo a nuestros seres queridos ausentes, propia de la fiesta de difuntos.
Pero claro, se desterró y, excepto en algunas localidades y de forma minoritaria, se dejó de celebrar cómo tantas y tantas de nuestras tradiciones.
Es necesario que venga desde fuera, aunque en esencia se trate de la misma tradición desvirtuada, para que la acojamos con entusiasmo.
Más información en este estupendo artículo de la no menos estupenda página Descubre Castilla. http://descubrecastilla.blogspot.com.es/2012/10/halloween-en-castilla-nuestra-verdadera.html?m=1
Me parece estupendo que la inmensa mayoría sea experto y practicante de culturas y tradiciones foráneas, todo saber es positivo y no ocupa lugar. Lo que no me parece nada bien es la absoluta ignorancia, y en muchas ocasiones el desprecio, que existe sobre la cultura, tradiciones e historia de la tierra que uno pisa, en la que se nació. Esos expertos en cultura extranjera poco saben de su país, más que se llama España, y de su historia los cuatro datos sobre la Guerra civil repetidos hasta la saciedad de manera partidista. De Castilla aún se sabe menos, a la mayoría le suena a pasado, pueblo y rancio. En absoluto es pasado y mucho menos rancio, pero me encanta que se asocie con pueblo, por más que de nuevo se haga de manera despectiva y peyorativa. El pueblo es nuestra esencia, nuestras raíces y dónde realmente estamos en conexión con los nuestros y con el mundo que nos completa, con su flora y fauna, no ese mundo artificial y estresante, de humo, asfalto, gritos y carreras con el que nos castigamos día a día.
Esa moda de vivir de espaldas a lo que somos, de despreciar la cultura, tradiciones propias, el legado de nuestros mayores y antepasados, me produce una profunda rabia, pena y desazón. Y no es algo que nazca de un pensamiento reflexivo sino de un sentimiento profundamente visceral, pues lo siento cómo una claudicación hacía las imposiciones consumistas, elevar a la categoría de digno lo que sólo es banal y transitorio, y significa una traición y desprecio por los que nos precedieron, dejaron en esta tierra su sudor y su sangre para que nosotros podamos estar hoy aquí. Nuestros mayores, nuestros antepasados, borrar de un plumazo su legado, su lucha, su historia, cómo si nunca hubieran existido y nosotros no fuéramos parte y consecuencia de que ellos estuvieron aquí antes que nosotros. Considero un deber moral defender su memoria y su legado.
Por otro lado están los que se creen expertos en la cultura de su tierra, que la asocian con el sol, los toros y el flamenco, legado muy efectivo, a tenor de los excelentes resultados, de la imagen que el ministro de turismo del régimen Manuel Fraga quería vender de España en el extranjero, y que los españoles tan bien hemos asimilado y difundido.
Parece ser que en este país no existe más cultura e identidad que la andaluza, y que el resto de regiones, por históricas que sean, no tienen cultura ni identidad propia, y mucho menos trajes típicos y folclore tradicional. Por poner uno de los ejemplos más sangrantes, es muy habitual ver en cualquier romería castellana, el típico sombrero cordobés y hasta el traje de faralaes sevillano.
Unos y otros miran hacia otro lado, colaboran a que la cultura autóctona muera perdida en la memoria de los pocos mayores que aún atesoran ese gran tesoro, mientras ejecutan perfectamente el papel asignado, su papel de ciudadano conveniente, consumidor de modas, tópicos y cultura ajena, fácilmente influenciable. Cambiando modas y tendencias se altera la percepción social, la opinión pública e incluso el voto.
Un pueblo con identidad, conocedor y orgulloso de su historia y tradiciones, es un pueblo fuerte, culto y difícil de engatusar con caramelos consumistas. Eso, por supuesto, no interesa.
Ojalá llegue al fin el día en que los españoles, y sobre todo los castellanos, se liberen de complejos, del letargo identitario autoinducido, se arranquen los pines y los postizos de modas y tendencias artificiales, y busquen su verdadera esencia, su verdadero yo.
Ojalá llegue al fin un día en que los españoles, y sobre todo los castellanos, puedan acceder, conocer y aprender su cultura y sus tradiciones, jota, dulzaina, seguidillas..., de manera tan sencilla cómo lo pueden hacer con las foráneas y las impuestas moderneces, zumba, gimka, capoeira, salsa...
Ojalá llegue el día que nuestros hijos puedan conocer y sentirse orgullosos de su identidad cultural , de la gran historia que atesora la tierra de sus abuelos, una de las más grandes de la historia. No los convirtamos en individuos clonicos, vacíos, sin herencia cultural ni identidad, meras copias en serie de ajenas modas que otros nos imponen, y todo por los estúpidos complejos, la desidia y la comodidad de sus padres. No les privemos de recibir el gran tesoro cultural del que son merecedores, no nos convirtamos en los responsables de que, una herencia tan extraordinaria, cuidada, valorada y transmitida durante siglos, y generación tras generación, se pierda en el olvido.
"Sólo se protege lo que se valora, sólo se valora lo que se conoce." Asociación Socio-Cultural Castilla.